¿Por qué decidiste creerle?

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El título de este artículo se basa en la cita de Rachel E. Goodrich  que dice: ¿Quién te dijo que era muy tarde? Y lo más importante, ¿por qué decidiste creerle?, porque quiero que reflexiones sobre por qué decides creer algo, sobretodo algo que te hace infeliz.

Quiero que te tomes un momento para reflexionar sobre los miedos y creencias que traes, por ejemplo, ese que te dice que no eres capaz de lograr algo, porque ya tienes cierta edad, o porque no eres suficiente, o porque eres diferente o qué se yo, qué sea lo que te estés diciendo en tu cabeza y te lo creas.

Aprendimos a vivir de la manera en la que se nos dijo que teníamos que hacerlo, me gusta mucho como lo describe George Carlin en La infuencia de la sociedad:

“Sé obediente. Estudia. Trabaja. Cásate. Ten hijos. Hipotécate. Mira la tele. Pide préstamos. Compra muchas cosas. Y sobre todo, no cuestiones jamás lo que te han dicho que tienes que hacer.”

Habemos muchos que lo hicimos y lo hacemos al pie de la letra, “vivimos” de acuerdo a lo que se nos dijo que teníamos que hacer  y cualquier persona que se salga de eso la juzgamos fuertemente y si nosotros somos los que queremos hacerlo, nuestro crítico interior se encarga de despedazarnos y hacernos retomar el camino “correcto”.

¿Por qué decidimos creerle?

Empieza con un paso

Hemos creído que lo que se nos dijo era la forma correcta de vivir y cuestionarlo nos genera ansiedad, miedo, culpa,  mecanismos de defensa en los que nos basamos para no cambiar, cerramos las puertas a lo nuevo y a lo desconocido.

¡Adelante salta al vacio no tengas miedo la vida te sorprenderá! ¡Se valiente abre tus alas!

Como has visto en algunos de mis artículos como 2 historias que motivan a reinventarse y ¿estás dispuesta a salir de tu zona de confort?, las historias y/o cuentos me gustan mucho porque me parece que complementan muy bien lo que te quiero decir, y en este artículo no es la excepción, te dejo el cuento de Jorge Bucay, El Rey con Muletas:

“Sucedió una vez, en un lejano país, que el rey de aquellas tierras cayó de su caballo y se lastimó severamente.
Tan grave fue la lesión que perdió para siempre el uso de las piernas y se vio obligado a andar, desde entonces, con muletas.

Era un rey joven y arrogante y se sentía disminuido frente a sus súbditos.
No podía tolerarlo:

—Si no puedo ser como ellos –se dijo–, haré que ellos sean como yo.

Acto seguido ordenó, bajo pena de muerte, que nadie debía volver a caminar sin muletas jamás.

Los habitantes del reino, temerosos de la crueldad de su soberano, acataron la orden sin protestar. De un día a otro, las calles se llenaron de inválidos y tullidos.

El rey vivió muchos y largos años.
Nuevas generaciones nacieron y crecieron sin jamás haber visto a alguien caminar libremente. Y los ancianos fueron desapareciendo sin atreverse a hablar de sus antiguos paseos, por miedo a sembrar en los jóvenes el peligroso deseo de lo prohibido.

Caminar pasó a ser solo un sueño de ebrios trasnochados, una fantasía de niños o una chochera de viejos… Finalmente, el rencoroso rey murió.

Aunque algunos ancianos intentaron dejar las muletas, no pudieron volver a caminar.

Los músculos de sus piernas habían perdido la fuerza y no podían ya sostener su peso.

No demasiado lejos de allí, en la cima de una montaña, vivía un anciano solitario cuyas piernas se habían mantenido fuertes, pues en sus silenciosos y furtivos paseos por el bosque había continuado caminando sin sostén.

En cuanto oyó la noticia, arrojó las muletas al fuego y bajó la ladera hasta el pueblo, decidido a compartir con otros la recién recuperada libertad.

Pronto descubrió que nadie recordaba ya el antiguo arte del caminar. Instó a otros a que lo imitaran, mostrándoles que era posible.

—Mirad –les dijo–. Es sencillo, tan solo hay que soltar las muletas y sostenerse sobre los pies. Luego se da un paso –continuó– y luego otro.

Los niños y los jóvenes lo miraron maravillados al comienzo, pero luego se propusieron intentarlo. Por supuesto hubo caídas, fuertes golpes, heridas y hasta alguna fractura.

Vinieron los adultos y expulsaron al anciano:

—Vete de aquí –le dijeron–. ¿No ves el daño que les causas? ¡No llenes su joven cabeza con tus tontas fantasías! No te queremos aquí.

El anciano, que no era hombre de pelea, regresó a su cabaña apenado por la certeza de que, pronto, todo lo que sabía se perdería para siempre.

A la mañana siguiente, ocho jóvenes golpearon su puerta. Apoyados sobre sus muletas, refrendaron con sus gestos lo que uno de ellos le dijo:

—Maestro. Quisiéramos aprender de usted. Queremos que nos enseñe a caminar sin muletas.

El anciano rio para sus adentros.

—Yo no soy un maestro –les dijo–. Solo soy un hombre con memoria que se ha mantenido fiel a sí mismo y que no se ha dejado doblegar por el miedo.

—Enséñanos eso, entonces –dijeron ellos.

El anciano aceptó a los jóvenes bajo su tutela y, sin saber muy bien cómo hacerlo, comenzó a enseñarles a caminar sin otro apoyo que sus propias piernas.

Y así, mientras en el valle hombres y mujeres seguían llevándose a sí mismos con sus muletas, allí, en las montañas, nació un nuevo poblado.

Una comunidad en la que los niños corrían y saltaban.
 Una ciudad en la que los jóvenes andaban tomados de las manos y todos se reunían a menudo con la sola intención de compartir una caminata.”

Nada te ata excepto tus pensamientos. Nada te limita, excepto tus miedos. Nada te controla, excepto tus creencias.

Con este cuento y este artículo te quiero recordar la importancia de superar las imposiciones externas y nuestros miedos para conectar con nuestra libertad auténtica, con nuestra verdadera esencia, recordando que nosotros somos libres de tomar las decisiones con las cuales construir NUESTRA vida, asumiendo nuestra parte de responsabilidad.

Y por eso, a partir de hoy a todo lo que te frene, te cuestiono: ¿Por qué decidiste creerle?

Recuerda que no importa la edad que tengamos, ni cuáles sean nuestras circunstancias actuales. NUNCA ES TARDE para dar el primer paso. Nadie dijo que sería un proceso fácil, pero estamos a un solo pensamiento de lograrlo y dar el primer paso para vivir la vida que siempre hemos querido y no la que otros quieren que vivamos.

¿Te animas?

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Por qué creer lo que los demás dicen

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Deja un comentario

Esta entrada tiene 19 comentarios

  1. Anónimo

    Excelente artículo, gracias por compartirlo 🤗

    1. Sandra

      Gracias por tu comentario y por leerme.
      Abrazos

    2. Anónimo

      Gracias Sandra,muy lindos ejemplos de grandes empujones.!!!

      1. Sandra

        Con mucho gusto.
        Abrazos

  2. Mónica.

    Cuánta verdad en ese cuento.Aprendamos a caminar sin muletas,, a mirar con nuestros ojos y a abrazar a los que amamos.Y nunca nos olvidemos de reir

    1. Sandra

      Gracias por tu comentario Moni, dejemos las muletas y aprendamos a caminar sin ellas.
      Abrazos

  3. Nelida Noemi Heredia

    gracias Sandra , hermosa tu reflexión ! El primer paso el que mas asusta , espero pronto poder compartirlo cariños

    1. Sandra

      ¡Y claro que asusta! y lo hacemos con miedo,, aprendemos a abrazar el miedo y darlo da mucha satisfacción. Yo espero ansiosa que pronto me compartas ese primer paso, imagina como cuando te avientas o alguien lo hace (corriendo y sin pensar) a una piscina de agua fría.
      Te dejo cariños de regreso

  4. Anónimo

    Hermosa reflexión deja una gran lección para nuestras vidas más cuando tenemos que tomar decisiones

    1. Sandra

      Mucha fuerza y abrazos. ¡Tú puedes y eres capaz de lograr lo que te propongas!
      ¡Ánimo!

  5. Norma Donoso

    Gracias x el cuentoSandra.
    Ojalá me animé a tirar mis limitaciones y crear la vida soñada.

    1. Sandra

      Con gusto Norma. Yo creo que lo vas a lograr, paso a paso.
      ¿Cómo puedes dar tu primer paso hoy?¿Qué puedes hacer hoy para dar ese primer paso?
      Abrazos

  6. Yadira Irasema Vielma Valdez

    Nunca es tarde para dar el paso decisivo que nos traerá tranquilidad, paz, felicidad! Está en uno mismo tomar la decisión, y nos cambiará la vida!! Un gran abrazo!!

    1. Sandra

      ¡Me encanta tu comentario!
      ¡Nunca es tarde!
      A dar el paso decisivo.
      Abrazos

  7. Anónimo

    Gracias solo gracias me encantó muchas gracias Dios te bendiga

  8. Anónimo

    Excelente reflexión

  9. Anónimo

    Mil gracias por el msj. Yo uso bastón y m esfuerzo por dejarlo diariamente, estoy en la lucha

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