La vida es como la miras, ¿es la mirada que quieres?

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La vida te devuelve lo que le das y la vida es como la miras. Te has preguntado si tienes la mirada qué quieres. Para que quede más claro lo que te quiero decir, te voy a repetir algo que te he dicho en otras ocasiones, estamos acostumbrados a ver la vida de una sola manera: sólo como la interpretamos y muchas veces eso nos trae mucho dolor, insatisfacción y sufrimiento.

Ten cuidado en como miras al mundo, porque el mundo será como lo mires.

Esta frase me gusta mucho, porque engloba todo lo que te quiero decir. Cada uno de nosotros ve las cosas de acuerdo a nuestro particular punto de vista, es decir, de acuerdo a lo que hemos vivido, a nuestras experiencias, por lo que vemos el mundo de acuerdo a cómo somos, y a veces creemos que es la única manera de ver las cosas. Desde este punto de vista sólo vemos lo que creemos que es, se trata de nosotros mismos y tiene que ver con nuestros sentimientos y emociones. Es desde aquí que tendemos a juzgar. Y es ahí donde de acuerdo a lo que tenemos, interpretamos.

La vida te tratará igual que tu a ella

Con la siguiente historia quiero que reflexiones lo que te he estado diciendo

“Había una vez un joven que llegó al borde de un oasis que se encontraba junto a un pueblo, ahí vio a un anciano al que decidió acercársele y le preguntó:

– ¿Qué clase de personas vive en este lugar?

     A lo que el anciano le respondió – ¿qué clase de personas vive en el lugar de donde tú vienes?

El joven sin dudarlo le contestó:

– Oh, un grupo de egoístas y malvados, replicó el joven, estoy encantado de haberme ido de allí.

A lo cual el anciano se apresuró a decir:

– Lo mismo vas a encontrar aquí.

Ese mismo día, pero más tarde, otro joven se acercó a beber agua al oasis y viendo al anciano, preguntó:

– ¿Qué clase de personas vive en este lugar? El viejo respondió con la misma pregunta:

– ¿Qué clase de personas vive en el lugar de donde tú vienes?

El joven se dedicó a contestar emocionado:

– Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado.

El anciano contestó:

– Pues lo mismo encontrarás aquí.

Un hombre que había oído ambas conversaciones se acercó a preguntarle al anciano:

– ¿Cómo es posible dar dos respuestas diferentes a la misma pregunta?

A lo cual se le respondió::

– Cada cual lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquel que no encontró nada nuevo en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí. Aquel que encontró amigos allá, podrá encontrar también amigos aquí, porque, a decir verdad, tu actitud mental es lo único en tu vida sobre lo cual puedes mantener control absoluto.”

La realidad es relativa, depende de con qué lente se mire

Como te dije en Tú tienes el poder para sentirte diferente, tú puedes cambiar la forma en la que interpretas las cosas y por ende cómo las vives y así vivir y tener la vida como la miras con la mirada que realmente quieres tener. No va a ser de la noche a la mañana, hay que entrenarlo poco a poco, pero se puede. Trata de encontrarle el otro lado, a las cosas, la otra cara de la moneda, vuélvete el protagonista de tu vida y deja de ser una víctima donde la vida sólo te sucede. Vivir como víctima te roba energía y crees que la solución viene de afuera, cuando en realidad viene de adentro.

También quiero dejarte esta historia, para que te cuestiones si la vida te sucede y reaccionas ante ella, o tú le sucedes a la vida. Recuerda que la vida es como la miras.

No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos

“Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.

La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un bowl. Sacó los huevos y los colocó en otro bowl. Coló el café y lo puso en un tercer bowl. Mirando a su hija le dijo: “Querida, ¿qué ves?” “Zanahorias, huevos y café” fue su respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: “¿Qué significa esto, Padre?” El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.

“¿Cual eres tú?”, le preguntó a su hija. “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?. ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que, cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una adversidad te has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿cómo te has transformado por dentro? ¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor, tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.

¿Cómo manejas la adversidad? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?»

Nada es bueno o malo, todo depende de nuestra actitud.

Y tú, ya eres como café y le sucedes a la vida, ya ves el mundo como quieres verlo, puedes decir que vives y tienes la vida como la miras, si aúno no,  ¡NUNCA ES TARDE para que lo logres! Recuerda que el primer paso es darse cuenta.

Vive como siempre has querido y cambia tu mirada

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Esta entrada tiene 8 comentarios

  1. Anónimo

    Gracias infinitas por tus aportes! me encantaron las historias, especialmente la última! amo leer tus posts me son de mucha ayuda, me ayudan a reflexionar
    gracias! bendiciones!

    1. Sandra

      M encanta saberlo. 🙂

  2. Eve

    Gracias por tus aportes, buen artículo, me encantaron las historias, sobretodo la segunda. Bendiciones 🤗

    1. Sandra

      Con gusto. Abrazos

  3. Patricia Aranguren

    Gracias por tan bonita historia, ahora mismo me acabo de dar cuenta que ser como la zanahoria no trae nada bueno.
    Hay que empezar a ser como el café y mirar las dificultades con una óptica diferente.
    Gracias

  4. Ronyluz

    Gracias por este artículo, abre inmensas posibilidades para encontrar (re) encontrarnos.

  5. Anónimo

    Gracias Sandra hermosas tus palabras y las reflexiones que nos acercas!!!.

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