Aprendiendo a controlarte

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Nuestras emociones son muy importantes, no debemos ni de temerles, ni debemos tratar de negarlas, ni rechazarlas, ni juzgarnos por tenerlas, son lo que sentimos y eso no lo podemos cambiar, pero lo que sí podemos cambiar y trabajar es la manera en la que las gestionamos aprendiendo a controlarte.

Como te dije en tu tienes el poder para sentirte diferente, tu puedes decidir qué te afecta y cómo dejas que las circunstancias y situaciones tengan ciertas interpretaciones y significados. En ese mismo sentido, gestionar tus emociones te va a a permitir entenderte mejor y sentirte en pleno control de ti misma y no al revés, como cuando las emociones nos dominan y nos afectan mucho y pueden resultar en situaciones cíclicas que nos afecten mucho porque nos juzgamos, nos sentimos mal por haber actuado como actuamos y eso afecta a nuestra autoestima, confianza y modo de ver y vivir nuestra vida.

Una emoción no causa dolor. La resistencia o supresión de una emoción causa dolor

En el artículo de hoy voy a hablarte del enojo, esa emoción que a veces nos puede dominar y puede hacer que si no lo dominamos, sea él quien nos domine a nosotros y entonces hagamos o digamos cosas que lastimen y afecten tanto a nosotros mismas como a quienes nos rodean. Y por ello, es importante que constantemente estés aprendiendo a controlarte.

La ira, el resentimiento y los celos no cambian el corazón de los otros, solo cambia el tuyo

Y a veces es común que demos por hecho a las personas que nos rodean, a nuestras personas  cercanas. Asumimos que nos van a querer sin importar qué, que podemos llegar a descuidar nuestro trato y nuestra conducta.

Es posible que nos lleguemos a desquitar con ellas cuando no nos encontramos en nuestro mejor estado anímico. Podemos llegar a lastimarlas y a alejarlas sin que nos demos cuenta, porque a veces no alcanzamos a ver el daño que estamos haciendo. Y que, por lo tanto, también nos estamos haciendo a nosotras mismas. Por lo general cuando pasa el momento de malestar es cuando viene la culpa de haber actuado de cierta manera, y deseamos no haber reaccionado en la manera que lo hicimos, pero a veces se queda hasta ahí y hubieras deseado controlarte.

Y lo que te quiero decir es que no se trata de no enojarse, sino de saber manejarlo, que el enojo NO te domine y que puedas expresar tu malestar sin atacar o lastimar a la otra persona, siempre desde el respeto, cuidando en todo momento al otro, para no hacerle daño y por ende a nosotros mismos, porque cuando dañamos a alguien, inevitablemente también nos dañamos a nosotros. Por ello es importante que no recurramos a la violencia, que sepamos manejar nuestro enojo o frustración sin perdemos en el camino, aprendiendo a controlarnos.

Porque además, hay caminos sin retorno, hay palabras y actos que difícilmente pueden ser borrados.

Hay acciones que podemos llegar a hacer cuando estamos enojados que son como una pasta de dientes, es muy fácil sacarla, pero volverla a meteré en el tubo es lo difícil.

Encuentra el lado bueno

Con la siguiente historia quiero reforzar la importancia de controlarte.

“Un maestro zen, contaba  que, cuando era niño, tenía un carácter impulsivo  y explosivo que lo hacía estallar en cólera a la menor provocación. Haciendo y diciendo cosas, que una vez que se le pasaba su exabrupto, casi siempre se sentía avergonzado, culpable  y con una terrible batalla interna entre justificando sus actos buscando  excusas para su manera de haciaquien lo había ofendidoy su otra lucha interna era respecto a disculparse porque sentía que eso lo haría verse débil.

Un día un maestro, que lo vio reaccionar coléricamente con uno de sus compañeros de clase y luego dando justificaciones después de su explosión de ira, lo mandó llamar y lo llevó a un salón, le entregó una hoja de papel  blanca y lisa.:

El niño sin entender la recibió y espero instrucciones, a lo que su maestro le dijo:

—¡Arrúgalo! El joven, sorprendido, pero con miedo de preguntar (porque sabía que estaba ahí por su arranque de cólera y que lo iban a regañar), obedeció e hizo con el papel una bolita. 

Ya que estuvo ben arrugado, el maestro con seriedad y sin mostrar ninguna emoción le dijo:

—Ahora quiero que por favor lo vuelvas a dejar liso,  como estaba antes, como te lo entregué.

El niño abrió los ojos de par en par, no podía creer lo que les estaban solicitando, porque además sabía que no lo iba a lograr. Aunque lo intentó y se esforzó, más que trataba por supuesto que no pudo dejarlo como estaba, el papel en todo momento  permanecía lleno de pliegues y de arrugas. 

Entonces, después de un rato en que el niño estuvo intentando alisar la hoja sin éxito alguno, el maestro remató diciendo:

—El corazón de las personas es como ese papel, en un inicio es liso, pero la huella que dejas con tu ofensa es como si lo arrugaras y será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues en el papel. Y no habrá nada que puedas hacer para quitarlas, para evitar que estén ahí, como con la hoja.

Esto le impactó tanto al niño, queaprendió a gestionar su enojo, recordando, cuando estaba a punto de estallar, el ejemplo del papel arrugado y a la larga, eso lo llevó a ser más asertivo, comprensivo y más paciente.»

La felicidad no es la ausencia de problemas, es la capacidad de tratar con ellos

Esta historia habla de cómo el daño que podemos hacer al no saber manejar nuestro enojo puede ser irreversible, por ello te recuerdo la importancia de controlarte, gestionar la ira, de lo necesario que es saber manejar nuestras emociones y que expresar nuestro sentir (enfado, malestar, frustración) de manera asertiva, siempre será la manera adecuada de hacerlo, porque como te dije al inicio, no se trata de negar tus emociones, o de no aceptarlas, o de aguantarte, se trata de que sepas GESTIONARLO y con ello me refiero a que sepas expresarlo sin que con eso arrases con todo a tu paso. Hacerlo de una manera asertiva, te traerá frutos, y es probable que para que llegues a ello al principio te sea difícil, pero como todo lo que te he platicado en mis artículos, TODO lleva su tiempo, es un proceso y requiere práctica, pero se puede lograr. Sólo es cosa de que seas perseverante, no tires la toalla.

Nunca es tarde y puedes aprender a controlarte, lograrlo, pero primero hay que ser consciente de ello. No te juzgues ni te sientas mal, sólo empieza a hacer lo que tengas que hacer para aprender a gestionar tus emociones. Puedes por ejemplo repetirte internamente:

Tranquila (tu nombre), la historia que te está contando tu cabeza te está haciendo enojar, tranquila (tu nombre) respira, inhala, exhala, piensa en la hoja de papel arrugada o en la pasta de dientes difícil de meter al tubo una vez afuera, respira, piensa que no vale la pena enojarse tanto. Una vez más calmada lograrás expresar tu malestar, ahorita no vale la pena. Respira.

Con la práctica y el tiempo, lograrás controlarte y gestionar más fácilmente esta emoción, cada vez será más rápido y en automático y un día sin que te des cuenta, serás tu quien domina la emoción y no al revés.

Cambia tu atención y cambiarás tus emociones. Cambia tu emoción y tu atención cambiará de lugar

Gestiona tu enojo

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Esta entrada tiene 10 comentarios

  1. Norma Donoso

    Hermoso artículo y el ejemplo bien claro.Ahora a ponerlo en práctica

    1. Sandra

      La práctica hace al maestro.
      Abrazo

  2. Anónimo

    Gracias, no dejó de leer y seguir lo que me mandas. Me ha servido de mucho. Gracias!!!

    1. Sandra

      ¡Me encanta!
      Abrazos

    1. Sandra

      Sí, aprender a gestionarlas.

  3. Anónimo

    Me encantó!!!

    1. Sandra

      Me encanta que te encante 🙂

  4. Anónimo

    Muy buena la historia ,, gracias por compartir como todo es cuestión de práctica

    1. Sandra

      Sí hay que practicar y se verán los resultados, el chiste es ser constantes y no renunciar.
      Abrazos

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